Chapter 8 Capítulo 8: “¡El Mensaje Secreto!”




gata


Al fin Mistófelis tenía las palabras claves para abrir la caja del mensaje secreto. Se frotó las patitas y se lamió la punta de los deditos para que no se fuera a resbalar, pero justo cuando estaba a punto de escribir las palabras secretas en la caja… la sorprendió un barullo de personas que se acercaban discutiendo en grupos, moviendo las manos y haciendo gestos. Como todos los gatitos, Mistófelis paró las orejas, abrió los ojazos verdes y se quedó muy quietita, moviendo sólo el hocico, para captar todos los datos que pudiera… -Guau, digo miau. Qué es eso. ¡Cuántos hombres! ¡Y todos vestidos con elegantes togas blancas y púrpura!


senado


César en persona pasaba frente a Mistófelis. Iba rodeado por sus seguidores que tenían una expresión seria en el rostro y discutían sobre las nuevas leyes que querían proponer. Todos se veían importantes y planeaban qué iban a decir delante de la multitud.

El senado era un gran edificio de mármol blanco, repleto de columnas y con un gran salón circular en el centro donde los senadores se sentaban y discutían sobre el futuro de la república de Roma.

Era muy importante que hablaran muy bien en público para poder convencer a la mayor cantidad de votantes y así lograr que se llevaran a cabo sus propuestas. Claro que las sesiones del senado no siempre eran tranquilas y a veces se armaban debates tan duros que parecían una verdadera guerra . Mistófelis no entendía mucho de política y las discusiones acaloradas no eran su fuerte así que sin pensarlo dos veces pegó un salto y aterrizó en la falda de César.

-¿Qué es esto?- dijo César - ¡Me persigue una gata! Ya me rasguñó todo en el baño y ahora me aparece justo en el senado…Tiene que ser un mensaje de los dioses. ¡ Una gata justo sobre mi falda!.

Pero César era un hombre de pocas pulgas y esto de que un gato o gata, que para el caso es lo mismo, lo estuviera persiguiendo por toda Roma, no le hacía ninguna gracia. Así que sin pensarlo dos veces la alzó por los aires y mirándola a los ojos le gritó.

-Qué es lo que querés conmigo, gato? Mistófelis estaba aterrada pero igual tenía que hablar, porque el silencio no resolvería la situación…

-Cesar, ¿no?-, balbuceó Mistófelis -Soy Mistófelis, la gatita del colegio y le pido disculpas por lo que pasó en los baños, es que tengo terror al agua…-

La gatita lo trataba de usted porque César era un personaje muy importante, y cuando alguien es muy importante, es mejor decirle de usted.

-Fuera de mi vista, ¡fuera!- gritó César.

-¡Miauuuuu, un momento, César!, maulló Mistófelis,-Soy una enviada de los dioses, y tengo una misión para usted.

-¿Quién te envía?- gruñó César.

-Me manda Júpiter…


jupiter


Al oír el nombre del padre de los dioses, César prestó un poco más de atención, después de todo con los dioses no se embroma.

-Bueno, y ¿Qué dijo Jupiter?

-El dios Júpiter-, Mistófelis remarcó el nombre porque se dio cuenta de que era su carta ganadora… Me pidió que le dijera que conquistara las islas de Britania.