7.1 Parte 2




La gente se empezó a agolpar alrededor del Campo de Marte y al grito de ¡Ce-sar, Ce-sar! agitaban sus estandartes.

El ruido era ensordecedor y Mistófelis estaba tan sorprendida que apenas si podía pensar. De repente, aparecieron unos barcos enormes. Uno era una galera fenicia, y el otro un barco romano.

Una guerra estaba por comenzar…

Cuatro mil remeros y dos mil marineros comenzaron a luchar ante el público enardecido.

¡Clin! ¡Clan! ¡Splash!

Los hombres luchaban, la gente gritaba y Mistófeles… ¡Temblaba!

Tanto miedo tenía la gatita, que Marte, el dios de la guerra, que por supuesto había bajado del Olimpo para ver el espectáculo, tuvo lástima de ella y se le acercó.

-Mistófelis, - dijo con voz suave. Mistófelis, que ya estaba bastante alterada, dio un tremendo salto para atrás.

-Mistófelis, soy Marte, el dios de la guerra.


barco


-Miau, miau, por favor, Marte, no me mates, no me mates, yo sólo quiero hablar con César.

-Bueno, tranquila, esto es sólo un espectáculo de guerra que los romanos hacen en mi honor. No es de verdad. Están actuando, ¿Ves?

-No, no veo, no veo. Por favor Martes.

-¡Marte! - gruñó el dios.

-Bueno, Marte, yo sé que los dioses ayudan a la gente… por favor, ya estoy muy asustada, ¿No me sacás de acá y me llevás con Cesar?

-Bueno, cerrá fuerte los ojos y sujetate de mi armadura.

En ese instante, Mistófelis sintió que se elevaba por los cielos y en menos que canta un gallo estaba en medio de una habitación circular llena de bancos.

-Bueno, ya estamos en el senado y César vendrá pronto para acá.

-Miau, ¡Qué bueno! Así le puedo decir que conquiste las islas de Bretaña y después me vuelvo al cole.

-Bueno, no es tan fácil… ¿Ves esa caja?

Mistófelis asintió cerrando los ojitos.

-Bueno, allí adentro hay un pergamino que contiene un mensaje ancestral, sólo leyéndole ese mensaje a César lograrás tu objetivo.

-Bueno, abrámoslo ya…

-No es tan fácil, hay que escribir las palabras justas en la cerradura. Yo te ayudaré dándote las pistas ¿Estás lista?

Y Mistófelis cerró los ojitos y se puso a pensar.


senado