6.1 Parte 2




Ciudades



Ajá –Dijo Mistófelis rascándose la cabeza…-Esto está re lejos… y además hay agua en el medio…rrrrrr detesto el agua…

Mistófelis se rascaba la cabeza mientras pensaba… y pensaba… y pensaba…y claro, de tanto pensar le agarró un sueño bárbaro… y en menos que canta un gallo Mistófelis estaba roncando como un chancho. Entonces, como suele pasar cuando soñamos… los problemas se resuelven como por arte de magia… y Mistófelis empezó a soñar que veía todo desde arriba. Veía los tejados rojos de las casas, el humo de las chimeneas, las nubes blancas y doradas por el sol y el agua embravecida del canal de la Mancha. Las cúpulas pinchudas del parlamento inglés y el enorme Big Ben que daba la hora en Londres llenando el aire con música de campanas. Ah, ¡Qué hermoso! ¡Estaba flotando por el aire!

Pero…de repente, en medio del sueño Mistófelis se dio cuenta de que los gatos no vuelan…y entonces justo ahí empezó a patalear como loca y a caer, a caer, a caeeeeer y ¡Miauuuuuuuu!

Con el corazón batiendo en el pecho como en tambor Mistófelis abrió los ojazos amarillos y miró a su alrededor para asegurarse de que todo era un sueño y justó ahí, justo entonces, vió algo que no había visto antes. Un gran cuaderno que decía “Inventos Fabulosos”.

De un salto se puso de pie y empezó a pasar las hojas amarillentas abarrotadas de dibujos con indicaciones. Algunos parecían telarañas de líneas enredadas que no se entendían nada pero…de repente …ahí estaba, ¡La gran máquina de volar! Sí, Mistófelis podía ir volando a Londres. Claro, si lograba construir la máquina…


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