3.1 Parte 2



-Miauuuu -Maulló Mistófelis y de inmediato pegó un salto y se acurrucó sobre las rodillas del rey. Casi sin pensar, Arturo le pasó una mano suave por el lomo. De inmediato Mistófelis levantó la cola, como hacen los gatitos cuando los acariciamos y lo miró con ojitos tiernísimos.

-Hay, gatita…-Suspiró el rey.- No puedo creer que éstos sean mis nobles caballeros. Antes podía estar orgulloso de ellos, porque se enfrentaban con dragones, arriesgando su vida para defender a Cámetot, o peleaban con sus espadas para hacer valer la verdad y el honor… ahora, sólo comen y beben y van de fiesta en fiesta…

Justo en ese momento, las puertas enormes del salón del castillo se abrieron con un estruendo que pareció un trueno… Un silencio absoluto inundó el salón y los caballeros se quedaron duros como estatuas. De repente, un enorme caballo verde entró en la sala. El caballero que lo montaba era un gigante verde. Tenía la piel verde, el pelo verde y la ropa verde pero sus ojos eran dos bolas de fuego rojas.

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¡Qué miedo! Mistófelis dio un salto y se escondió detrás de unas cortinas, mientras el corazón se le salía del pecho y las patitas le temblaban como si fueran de gelatina.