7.1 Parte 2





Tetis


Ella es una diosa bastante sabia, y seguro tendrá alguna solución. Y así fue, en menos que canta un gallo, salió de entre las aguas la nereida Tetis, la de los pies de plata. En realidad, Tetis no necesitó que Mistófelis le contara nada porque como buena madre y diosa que era, estaba al tanto de todo lo que le pasaba a su hijo.

-Nada temas, ¡Oh gran Mistófelis!-, dijo Tetis, que hablaba así de seria porque era una diosa, -Hablaré en persona con Hefestos, el dios de los herreros y le pediré que forje un escudo, una espada y una armadura de reluciente bronce que hagan invencible a mi hijo Aquiles.

Ni bien terminó de pronunciar estas palabras, la diosa desapareció en el agua. El sol se ocultó en las aguas azules del mediterráneo y todo era silencio, sólo se escuchaban los sollozos de Aquiles que seguía sufriendo la derrota de su amigo Patroclo. Pero, como todo pasa en la vida, así también pasó la noche negra y al despuntar el primer rayo de sol en la mañana, un resplandor dorado envolvió al héroe de los Mirmidones. Eran las armas de bronce reluciente que el dios herrero, Hefestos había dejado a los pies de Aquiles.


cuadro


¡Qué sorpresa que se llevó! Fue tal su emoción que de inmediato dejó de llorar y poniéndose su reluciente armadura se subió a la piedra más alta y comenzó a llamar a sus guerreros.


sol


-Mis valientes Mirmidones, ¡La gloria nos espera en Troya! ¡Subamos ya a los navíos y luchemos con honor por nuestra amada Grecia!

Mistófelis estaba tan emocionada que sin pensar en el miedo que todos los gatitos tienen al agua, se subió al barco junto a Aquiles y se lanzó a la mar. Y mientras las olas jugaban con los barcos de los griegos la voz de Tetis sonó en los oídos de Mistófelis,-Deberás probar tu valía para asistir a Aquiles en la lucha, estas tareas deberás cumplir antes de que el primer navío toque tierra troyana…


barco